Natural
El patrimonio astronómico natural de Chile es uno: el cielo que compartimos, un gigantesco libro abierto donde todas las culturas leen la historia del universo.
El cielo de Chile es una obra maestra de la naturaleza. En el norte del país la combinación de altitud en la cordillera de los Andes, la baja humedad del desierto de Atacama y la acción de la corriente de Humboldt crean un ambiente único para observar el universo. Estos factores permiten cielos despejados y nítidos durante la mayor parte del año, revelando el cosmos con una claridad inigualable.
¿Habías visto tantas estrellas? Si vives en la ciudad es probable que no, porque las luces de las calles y edificios ocultan su brillo, un fenómeno llamado contaminación lumínica. Pero cuando te alejas, el cielo nocturno se llena de estrellas, revelando el verdadero tamaño de la naturaleza: no es solo la tierra, es el universo. Por eso, al cuidar el cielo, protegemos además nuestra conexión con el cosmos.
Inaugurado en 2009 en las cercanías de Combarbalá, es uno de los observatorios astroturísticos más grandes de Sudamérica y, por qué no mencionar, bajo los mejores cielos del mundo. Mirando precisamente este cielo es que su diseño se inspira en la icónica constelación de la Cruz del Sur, con cuatro cúpulas de observación. Desde aquí es posible observar con telescopios planetas, estrellas y galaxias, además de aprender sobre astronomía en actividades nocturnas, acercando la astronomía a miles de personas cada año.
¡Síguelos!
No sólo en el norte hay astroturismo. Inaugurado en 2009 en el Cajón del Maipo, Roan Jasé es un observatorio turístico-educativo que mezcla observaciones nocturnas guiadas con charlas educativas sobre el universo. Su telescopio principal es muy especial, porque se trata de un instrumento de 12 pulgadas fabricado en Chile, cuyo espejo fue pulido a mano por un óptico del Observatorio Cerro Tololo ¿Ves como los observatorios científicos no sólo hacen ciencia? También colaboran para acercarnos un poquito más a nuestro cielo.
¡Síguelos!